La historia de las cajas de ahorros españolas se remonta, en nuestro país, a los Pósitos y los Montes de Piedad, alrededor de los siglos XVII y XVIII, también en Europa. Surgieron en España en la primera mitad del siglo XIX, mientras que en Europa aparecieron en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII. A mediados del siglo XIX España realiza el proceso legislativo que impulsó su creación y reguló su funcionamiento. La caja de ahorros más antigua fue fundada el 24 de febrero de 1834 en Jerez de la Frontera. Nacen por necesidades asistenciales (caritativas) y para evitar la exclusión financiera de las clases sociales más desprotegidas, cubriendo insuficiencias financieras que el sistema bancario de entonces no cubría. Por ello, no es gratuito su frecuente origen en organizaciones religiosas, aunque posteriormente fueron controladas por organizaciones políticas o sociales. No puede olvidarse este origen cuando se afronta el problema de las Cajas, o cuando se observa el ocultismo (si no la corrupción) que ha dominado en algunas de ellas. De ahí la mayor importancia social de estas anomalías.
Actualmente sus orígenes conceptuales y objeto social se han esfumado y su acción se reduce a remedar la de la banca tradicional. En todos sus aspectos, también en el de la perversión de sus formas de actuar. Llevamos un tiempo en que los casos de corrupción abonan las páginas de los periódicos. Desde un cura (el Padre Castillejo) que por presidir una caja de la Iglesia (Cajasur) se embolsó 2,9 millones de euros, con extrañas (arbitrarias) formas de gestionar, como permitir dietas a los vocales del Consejo por ir a misa.
Esta desviación supone degenerar lo colectivo en beneficio de lo privado. Lo que conlleva, necesariamente, descalificativos más graves por parte de quienes creemos en valores públicos. Descalificaciones que en nuestro “benéfico” código penal no se contemplan pues da valor casi absoluto a la protección de la propiedad privada. La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) es un ejemplo significativo de este nivel de irresponsabilidad. Hasta el punto que el propio gobernador del Banco de España dijo que «uno entiende que la gente se escandalice, solo faltaba que no se escandalizase». Modesto Crespo presidió esta caja sin sueldo oficial, pero se aseguró una retribución anual de 300.000 euros a través de una filial, la mercantil TI Participaciones. Se benefició de préstamos blandos que la caja concedió a los consejeros. Entre 2004 y 2010, la CAM había prestado 161 millones a sus consejeros, en algunos casos al 0% con el permiso de la Generalitat (presidida por Camps). Crespo consiguió cinco millones al 2,5% de interés y permitió que la Caja comprara pagarés de la Generalitat Valenciana por 200 millones al 4,75%, para inyectar liquidez en las arcas autonómicas. Esto fue tan solo unos días antes de la intervención del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que tuvo de aportar 2.800 millones de euros y abrir una línea de liquidez por otros 3.000 millones, a fin de que la fuga de depósitos de los clientes, que estaba produciéndose, no estrangulara la caja.
Por su parte, la Directora General, María Dolores Amorós que, según el FROB, desarrolló su capacidad imaginativa mediante la “contabilidad creativa”, estupendo mecanismo para encubrir y ocultar, se “negoció” una pensión vitalicia de 369.497 euros. Fue despedida por el FROB y ha acudido a una oficina del Servicio Valenciano de Formación y Empleo (SERVEF) para solicitar la prestación por desempleo (lo corresponde 1.400 euros, según su cotización). Pues la vida está dura, o los ricos también lloran. Con la intervención del FROB se despidió a la Cúpula directiva, pero no se pudo con todos, ya que algunos se “escondieron” bajo un ERE y salieron con importantes indemnizaciones y/o prejubilaciones (no propias de un ERE). En total, los ex directivos de la intervenida CAM se concedieron prejubilaciones de oro por valor de 15,5 millones
En Novacaixagalicia cuatro directivos recibieron 23,6 millones de euros de indemnización a su salida de la entidad, después de ser nacionalizada por el Banco de España y de recibir una inyección de 2.465 millones hecha por el Estado, que se ha quedado con el 93,16% del capital. El exdirector general de Novacaixagalicia, José Luis Pego, ha recibido una indemnización de 10,8 millones por prejubilarse a los 54 años; el exresponsable del grupo inmobiliario, Gregorio Gorriarán, 7,5 millones; el exdirector general adjunto de la oficina de integración, Óscar Rodríguez Estrada, 700.000 euros más una pensión vitalicia que cobrará mensualmente; y el exdirector general adjunto, Javier García Paredes, 5,3 millones. A este último directivo le correspondían 10 millones, pero renunció a 4,7 millones porque consideró que era una cantidad excesiva, según datos de El País.
Además de estos, José Luis Méndez, exdirector general de Caixa Galicia desde 1981 hasta 2010 también ha recibido una indemnización millonaria, aunque se desconoce el importe exacto de la misma. Méndez fue apartado de su puesto por el Banco de España, al realizarse la fusión con Caixanova por su mala gestión al frente de Caixa Galicia. Continúa siendo presidente de la Fundación Caixa Galicia y tiene derecho a coche, chófer y seguridad privada que también paga la caja gallega. Dos de sus hijos, Yago y José Luis, que tenían altos cargos dentro de la entidad, han dejado sus puestos.
Podrían citarse más ejemplos, pero no se trata de ello sino de resaltar la inmoral falta de responsabilidad en la gestión de lo que es público convirtiéndolo en oportunidades de incrementar el patrimonio privado, a costa de lo que sea y pese a quien pese. La evaporación de los valores constitutivos de las cajas supone una descarada invasión de lo colectivo y, después de su destrucción, la primacía de lo privado como valor absoluto. Difuminado los determinantes colectivos, solo queda reconocer que las cajas no son más que bancos. Por tanto, háganse como los bancos. Bancarícense. Y en ello estamos. Lo público desaparece porque algunos previamente prostituyeron sus componentes. Al cinismo social solo le queda ya reconocer que no es diferenciador de nada y se controla mejor si es como es todo lo demás. El pensamiento único se convierte en la actuación única. Defendiéndolo así quienes quieren que el barniz del liberalismo se imponga en los mercados.