Negociaciones sobre el Tratado de Naciones Unidas, Día 2: Los Delegados todavía preparándose, la plena participación no puede esperar.
El segundo día de la tercera sesión del Grupo Intergubernamental de Trabajo sobre Empresas Transnacionales y otras empresas con respecto a los derechos humanos tuvo lugar el día 24 de octubre en Ginebra. El día vio finalmente el inicio real de las discusiones substanciales sobre los elementos de un futuro Tratado. Tal y como se sugirió el día anterior la delegación de la Unión Europea participó en los debates con comentarios y (principalmente) preguntas sobre los elementos del tratado, los cuales ya habían sido pre-acordados por parte de los 28 Estados Miembros.
El programa de trabajo de la actual sesión siguió la estructura establecida en el Borrador de los Elementos. Los trabajos empezaron con un resumen del debate del día anterior sobre el Marco General (Preámbulo, Principios, Finalidad y Objetivos) que no habían sido tratados por culpa del retraso producido en el debate del día anterior. Después de la acalorada sesión del primer día anterior, en el segundo las delegaciones parecían menos dispuestas a romper el hielo. Algunas de ellas, incluidas la Unión Europea y Rusia, reiteraron sus reservas sobre todo el proceso de aprobación del Tratado en cada posible ocasión. Otros, como por ejemplo Indonesia, hablaron a título personal, debido a la falta de posición oficial por parte de sus Gobiernos. Estas señales se pueden entender como una muestra de la falta de preparación para una discusión de mayor profundidad sobre el contenido de un futuro tratado. Tal y como el Presidente de las sesiones ya había expresado, el objetivo de la sesión era el de establecer una base sólida para las negociaciones y sesiones de los próximos años.
Reafirmando la supremacía de los derechos humanos, un desafío del siglo XXI.
El debate sobre el primer ítem giró en torno a dos asuntos principalmente, concretamente la extraterritorialidad y las provisiones a cerca de la supremacía de los derechos humanos sobre los Tratados de Comercio e Inversión. Este último aspecto encontró una clara oposición entre la mayoría de los delegados, con los de la Unión Europea hablando por los 28 Estados Miembros junto con Singapur y México cuestionando las bases jurídicas y las implicaciones de dichas previsiones. Por el otro lado, Bolivia, Ecuador y la gran mayoría de las declaraciones por parte de la sociedad civil se levantaron en defensa de la supremacía de los derechos humanos, proporcionando para ello argumentos claros basados en el Derechos Internacional.
El Presidente-Relator admitió en un punto estar sorprendido por el hecho de que la reafirmación de la protección de los derechos humanos sobre los intereses económicos y de inversión siga suscitando dudas en el siglo XXI.
La intervención de la delegación de la UE fue extensa y prolífica, a pesar de que principalmente se expresaron preocupaciones y preguntas dirigidas al Presidente-relator. A pesar de que no presentó una posición clara sobre cómo deberían de ser los elementos del futuro tratado, la forma en que se presentó la intervención daba una pista sobre la visión de la Delegación de la UE sobre cómo no deberían de ser. Más allá del tema de la extraterritorialidad y la supremacía de los derechos humanos, la intervención de la UE reiteró las objeciones tanto de las finalidades como de la incertidumbre acerca del preciso objetivo del futuro instrumento. De manera poco sorprendente, teniendo en cuenta el papel de la UE en promover políticas de libre comercio, la Delegación expresó también sus preocupaciones en torno a las implicaciones que una supremacía de los derechos humanos tendría sobre las presentes y futuras negociaciones de Tratados de libre comercio.
¿Solo “transnacionales” o todos los tipos de Empresas? El asunto del alcance sigue dividiendo la sala.
El siguiente asunto tratado fue el asunto clave: el alcance del Tratado en términos de las empresas que quedarían cubiertas por este. El tema sigue causando desacuerdo entre los Estados y la Sociedad Civil. Para esta última, sin embargo, hay al menos un punto que no se discute: la necesidad de que el Tratado tenga un firme enfoque en torno a los desafíos que presentan las operaciones transnacionales de las grandes empresas y la laguna de rendición de cuentas existente.
El punto tercero del borrador aborda el tema con la formulación, “… violaciones o abusos de derechos humanos procedentes de cualquier actividad empresarial que tenga carácter transnacional, incluyendo firmas, colaboraciones (partnerships), corporaciones, compañías, y otras asociaciones, naturales o de persona jurídica, o cualquier combinación de las mismas, independientemente de las modalidades de creación, control o propiedad, incluyendo sus sucursales, subsidiarias, afiliadas, y otras entidades directa o indirectamente controladas por éstas”.
Diferentes voces aplaudieron esta definición como una manera para abordar los principales desafíos con respecto a la estructura de las empresas transnacionales, concretamente los problemas relacionados con la separación de la personalidad jurídica entre empresa madre y subsidiarias y las consecuentes lagunas de responsabilidad en las cadenas de suministro globales.
Algunos estados como Brasil, aceptaron que el Tratado se dirigiera a la específica complejidad relacionada con las actividades transnacionales al tiempo que se incluyen empresas domésticas. La delegación de la UE era consciente de la relevancia de este tema para la organización. Dejó entender que dejar a algunas empresas fuera del alcance podría conllevar una discriminación en la aplicación del régimen jurídico para aquellas empresas propiedad extranjera con respecto a aquellas con propiedad nacional. El contrargumento del Presidente-Relator, fue que el derecho internacional económico ya establece una diferencia entre empresas nacionales y transnacionales.
El recurrente debate sobre las obligaciones internacionales de las empresas.
El panel introdujo el último asunto del día, (Obligaciones de los Estados, Empresas y Organizaciones Internacionales). Con la presencia de representantes de empleadores y de trabajadores al lados de expertos académicos. El representante de la Organización Internacional de los Empleadores (IOE) vino a afirmar que las obligaciones de las empresas en relación con los derechos humanos podrían disuadir las inversiones extranjeras directas, declaraciones que desde luego produjeron sorpresa en gran parte de la sala.
El principal punto de desacuerdo sigue siendo la posibilidad y el deseo de un Tratado que establezca obligaciones internacionales directas para las empresas. Las opiniones variaron desde el cuestionamiento de las bases legales existentes para esto dentro del estado actual del derecho internacional, hasta las dudas sobre la implementación práctica de esas obligaciones. Otros, en línea con muchas de las opiniones de la Sociedad Civil y de los expertos, respaldaron la tesis de las obligaciones vinculantes como algo necesario y viable.
La Delegación de la UE, siempre en términos de preguntas, preguntó al Presidente-relator cómo el Tratado lograría evitar que los Estados transfiriesen sus obligaciones a otros actores circunviniendo así sus propios deberes. Con un tono más positivo, se refirió a la provisión sobre transparencia empresarial y se ofreció a compartir la experiencia de la UE con respecto a la Directiva sobre “Información no financiera”.
El día se complementó con eventos muy instructivos. Amigos de la Tierra Europa (“Friends of the Earth Europe”) debatió sobre la relación entre la ley francesa sobre debida diligencia y el Tratado Vinculante, el Transnational Institute presentó testimonios de las comunidades afectadas por parte de las empresas transnacionales, y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible trató el problema de los mecanismos de resolución de quejas entre inversores y estados.
Conclusiones:
EL salón del CDH (Consejo de Derechos Humanos) fue testimonio por fin de un día entero de discusiones en torno a temas substanciales del futuro Tratado sobre empresas y derechos humanos. No se puede ignorar que muchas de las intervenciones de las delegaciones fueron vagas, faltas de concreción y que muchas de las declaraciones se centran en objeciones más que en propuestas. También ha sido remarcable la insistencia de la UE en cuestionar al Presidente-Relator en vez de presentar propuestas. Además, los Estados Miembros presentes en la sala han evitado tomar la palabra, pareciendo esconderse tras el Delegado de la UE. La Sociedad Civil demanda una actitud proactiva y constructiva no solamente por parte de la UE sino también por parte de los Estados Miembros, quienes son también de manera individual actores cruciales en las Naciones Unidas. Esperamos que después de este calentamiento todos los actores relevantes estén plenamente comprometidos en los días siguientes.
Este texto es una traducción y una adaptación del texto publicado por ECCJ aquí.